lunes, 23 de junio de 2014

Mamá pastelera


Todas las mamás somos pasteleras, tenemos el horno más perfecto que existe y de nuestro ser salen los más ricos bizcochitos jamás imaginados.
Somos unas artistas, capaces de convertir ese pedacito de gente que nos dan en el hospital en auténticas obras de arte. 
Es como si hiciéramos galletas, hay que dar con la mezcla correcta de ingredientes para que la masa tenga el sabor, textura y consistencia adecuados. Necesitamos aportarle mucha dulzura, pero con una buena harina que les de fuerza, sin pasarnos en la mantequilla para que no se desmoronen, cuando tenemos la masa a punto, hay que darle forma y aplicar ese calorcito del hogar que hacen que nuestras galletas sean maravillosas.
Pero, no siempre resulta fácil dar con las proporciones correctas, si hicieramos galletas podríamos tirar la masa y empezar otra vez, pero con un hijo no, con los hijos tenemos que seguir amasando y tratar de equilibrar la mezcla. Es un experimento constante, cada día estamos expuestos a que se nos estropee la masa, bien porque nos pasamos con algún ingrediente o bien porque algún factor externo nos la contamina, por eso no podemos bajar la guardia en ningún momento, tenemos que asegurarnos de mantener limpia la zona de trabajo, de filtrar el aire que nos entra por la ventana, de vigilar quien entra en nuestra cocina, un día hay que amasar con la mano derecha, otro día con la izquierda, otros días con las dos manos, también hay que dejar reposar la masa para que pueda crecer como los buenos panes.
Ufffff puede ser agotador este trabajo, pero es tan gratificante ver el fruto de nuestro esfuerzo. ¡Me encanta ser pastelera! 
Ahora os dejo, me voy a desayunar un bizcochito que se acaba de despertar.
      
                                                    

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